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| Movimiento universitario por la paz: la academia como actor clave en la transformación social.

Una respuesta firme y proactiva de la Universidad La Salle Noroeste y el Instituto Tecnológico de Sonora ante el clima de violencia que atraviesa nuestra sociedad, reafirmando su compromiso de ser actores clave en la transformación social de México. La academia no es solo espectadora, sino un actor fundamental en el análisis y la construcción de soluciones.

En un esfuerzo sin precedentes, universidades de la región, se han unido en un frente común. A través del Foro: Movimiento Universitario por la Paz, celebrado el pasado 15 de febrero en las instalaciones del Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON), se propició un espacio de diálogo, análisis y acción para la construcción de una cultura de paz.

El evento, convocado por el Lic. José Antonio Del Coss Zorrilla, rector de la Universidad La Salle Noroeste, y el Dr. Jesús Héctor Hernández López, rector del Instituto Tecnológico de Sonora, reunió a representantes de 17 instituciones de educación superior establecidas en la región, además de personal administrativo, docentes y estudiantes. Las instituciones firmaron una Carta de Colaboración, comprometiéndose a desarrollar y conciliar un marco de actuación común y a generar estrategias e iniciativas de colaboración y participación conjunta dirigidas tanto al interior de las instituciones como de la sociedad en general.

Entendiendo que la paz no solo se alcanza en ausencia de conflictos, sino a través de la creación de un entorno inclusivo, armónico y justo. La academia tiene un papel fundamental como actor transformador en la sociedad, siendo clave en el análisis, la formación y la generación de soluciones orientadas a la construcción de un futuro más equitativo y sostenible.

Un compromiso que se traduce en acciones. El Foro contó con la presencia de especialistas de alto nivel, quienes ofrecieron una perspectiva profunda sobre el papel de la educación en la reconstrucción del tejido social.

Comenzando por la Dra. Nohora Constanza Niño Vega, destacada investigadora del CONAHCyT y experta en infancias y juventudes en contextos de violencia, quien compartió su visión sobre cómo la educación puede ser un instrumento de transformación en escenarios de conflicto. Con una trayectoria en la investigación sobre migración forzada, educación y construcción de paz en México y Colombia, ha trabajado en metodologías participativas para la investigación y la acción, colaborando con diversas iniciativas para la prevención del reclutamiento forzado de menores y la implementación de círculos restaurativos.

Seguida del Mtro. Jorge Atilano González Candia, Coordinador Ejecutivo Nacional del Diálogo por la Paz y líder del sector social de los Jesuitas en México, expuso el papel fundamental de las universidades en la construcción de paz, destacando cómo las instituciones educativas pueden trascender el aula para generar un impacto social significativo. Filósofo, teólogo y especialista en ética social, González Candia ha trabajado en la reconstrucción del tejido social de comunidades afectadas por la violencia.

De su ponencia se rescatan 14 acciones locales que las universidades pueden implementar para asumir un rol activo en la promoción de la paz. Entre ellas, destacó el apoyo a las víctimas de la violencia, la creación de espacios de diálogo interinstitucional, el fomento de procesos de salud mental en familias y comunidades para atender las secuelas de la violencia, y la recuperación del espacio público como lugar de encuentro y organización comunitaria. También mencionó la importancia de promover acuerdos laborales que mejoren las condiciones de vida y trabajo, y el fortalecimiento de comunidades comprometidas con la cultura del cuidado y la corresponsabilidad.

González Candia resaltó la necesidad de fortalecer la cultura de hospitalidad con migrantes y refugiados, la prevención y atención de adicciones, y acciones de cuidado del medio ambiente. También subrayó la relevancia de promover la participación ciudadana en el diseño e implementación de políticas de seguridad, así como la justicia restaurativa, la mediación y la resolución positiva de conflictos en las familias, las escuelas, las iglesias, las comunidades y en el ámbito laboral. Además, hizo énfasis en la importancia de reconocer y dignificar el liderazgo de las policías municipales y comunitarias, así como impulsar la transparencia y la rendición de cuentas de las autoridades locales.

De la reflexión a la acción

Las mesas de trabajo, integradas por docentes, estudiantes y directivos, permitieron generar estrategias concretas para la acción universitaria. Los organizadores del evento integrarán un documento que funcionará a su vez como una memoria y una guía que concentra la voz y multiperspectiva de distintos públicos que conforman las comunidades universitarias. Aún en espera de la relatoría, se compartieron a modo de muestra algunas conclusiones, los docentes establecieron premisas para integrar la enseñanza de la cultura de paz en el proceso educativo. Esto requerirá de escucha activa y comprensión del contexto, enseñando a los estudiantes a entender su entorno y a valorar el “buen vivir” más allá del “vivir bien”. La educación debe fomentar el desarrollo humano y la conciencia social, promoviendo el sentido de responsabilidad en la transformación de su comunidad.

El crecimiento académico y económico de la mano con el desarrollo ético y personal, formando ciudadanos íntegros que busquen el bienestar común y la resignificación de los valores.

Atención al presente: Enseñar a los jóvenes a establecerse en el aquí y el ahora, desarrollando habilidades de reflexión crítica y compromiso con la realidad inmediata. Esto se traduce en preparación para el mundo real. Más allá de la teoría, la educación debe dotar a los estudiantes de herramientas para comprender y enfrentar los desafíos sociales, motivándolos a incidir positivamente en su entorno. Negar nuestra realidad sería un desacierto.

Por su parte, los funcionarios destacaron fases esenciales para que las universidades puedan contribuir de manera efectiva a la construcción de paz. Antes de actuar, es fundamental reconocer y entender las problemáticas que afectan a la comunidad universitaria y su entorno. Posteriormente, es necesario mapear las fortalezas y herramientas con las que cuentan las universidades para diseñar programas y proyectos de proyección social que aborde estos desafíos de manera efectiva.

Un movimiento que apenas inicia

El Movimiento Universitario por la Paz no se limita a un evento aislado. La firma de la Carta de Colaboración marca el inicio de un compromiso a largo plazo que busca generar cambios tangibles en la región. Las instituciones educativas participantes, han acordado dar seguimiento a las iniciativas discutidas, asegurando que la academia no sea un testigo pasivo de la realidad, sino un protagonista activo en la construcción de un futuro deseable en materia de derechos humanos, bienestar y salud mental, perspectiva de género, prevención y atención de violencia, marco normativo institucional, desarrollo sostenible, prevención de adicciones, diversidad cultural, docencia e investigación y alianzas para la cultura de la paz.

Como afirmó Albert Einstein: “Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica, yo sugerí la mejor de todas: ¡la paz!”. La Universidad La Salle Noroeste, junto con sus aliados académicos, reafirma su compromiso de ser un faro de esperanza y acción en tiempos de desafío.

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